La mirada nueva


"La mirada nueva y la voluntad renovadora deben haceros más que nunca hermanos de este siglo. Hermanos de este siglo, pero por encima de las modas de este siglo, es decir, de sus reflejos de palabrería, de hipocresía y de sus ejercicios de musculación mental.

Es en la calle, finalmente, donde os espero y, sobre todo, donde vosotros os esperáis. Mirad el rostro de las personas que se cruzan en vuestro camino. Cada uno de esos rostros es el vuestro a diferentes horas de vuestro día interior.

Los hay feos y sublimes, pero todos os pertenecen con el mismo título, pese a los argumentos contrarios que podría desarrollar vuestra filosofía.

A partir de hoy, en el fondo de vosotros mismos vais a declararles vuestro amor.

No serán necesarias palabras solemnes, sino sencillamente una lucecita, un fino haz de luz alegre y cristalina. Brotará entre vuestros ojos y la dejaréis fluir, dondequiera que estéis.Brotará primero como gotas de rocío, después se lanzará como el largo alcance de una bendición.

Sentiréis entonces que no impondrá vuestro amor, sino que lo depositará sin artificio, sin esperar nada, sobre la frente de todos aquellos a quienes encuentre.

Penetrará suavemente, y vosotros con él, tras el espejo de las apariencias. Por él seréis observadores y actores, estaréis desprendidos e implicados al mismo tiempo.

Que el haz de ese amor sea ante todo una caricia y no implique nada más que una presencia amante. Proceded de manera que ese rayo de luz no invada la intimidad de las conciencias, sino que comparta un poco su carga.

En cuanto comience a explorar el universo de vuestra vida cotidiana, comprenderéis fácilmente la magnitud y la bondad del regalo que os habéis hecho a vosotros mismos y que ofrecéis al mundo."

“Un soplo de Luz”  Anne y Daniel Meurois-Givaudan.