¡Mírenla!...


¡Mírenla!
Llega con toda su potencia
esa fuerza que no tiene poder,
esa luz que está en la oscuridad,
esa sombra de una luz deslumbradora.
Es dicha que jamás logró expresarse
y dolor que no se siente, de tan profundo.
Es la vida inmortal no vivida,
la eterna muerte no llorada.
No es alegría ni pena,
sino aquello que entre ambas está;
ni es la noche ni es la alborada,
sino lo que uniéndolas va.
Es dulce pausa en la música,
descanso breve en el arte sagrado,
silencio que se produce al hablar;
y entre dos paroxismos de pasión
ella es la paz del corazón.
Es belleza jamás contemplada,
amor solitario que en su aislamiento se afirma.
Es una canción viviente que nunca será cantada,
es la sabiduría que jamás conoceremos.
Es la muerte entre dos vidas,
entre dos tormentas la quietud que arrolla.
Es el vacío de donde surgió la creación,
ese aterrador vacío al cual retornará.
Allí va a parar la lágrima,
para transformarse en sonrisa.
Es la meta de la Vida
y su único hogar: 
¡es la Paz!

 Vivekananda.