Etiquetamos...


Etiquetamos todo y a todos - a las plantas, a los animales, a las estrellas, incluso a nuestros sentimientos más íntimos. "Tristeza" le llamamos. "Ira". "Miedo". "Aburrimiento". Confusión". Todas estas palabras son términos de segunda mano que aprendimos cuando éramos jóvenes. Pero, por debajo de todas esas etiquetas y previo a todo ese lenguaje abstracto, hay un misterio profundamente vivo, indescriptible, incapaz de ser capturado por el pensamiento.
Sin las descripciones mentales acerca de nuestras experiencias, ¿tendríamos alguna forma de saber realmente lo que estamos experimentando?
Haz a un lado la etiqueta "Tristeza" y observa qué es lo que queda vivo en este momento. Deja de lado la descripción "enojo" y ¿qué es esta cruda y pasional energía que sentimos? Deja de calificar a las emociones como "positivas" o "negativas" y, ¿qué es lo que sucede? Vuelve tú mismo a esa cruda sensación que te ofrece la vida, esa danza presente en tu cuerpo. ¿Qué es esta pura, dinámica y no filtrada energía de vida? ¿Podríamos contactarnos con la vida antes de cualquier etiqueta? ¿Quién se estaría contactando? ¿Quién se separaría de ella? Este es el río de la vida, sagrado, íntimo, familiar, y somos inseparables de este flujo. Cada pensamiento, sensación, sentimiento, imagen, está impregnado del misterio de los universos...