En nuestro...


En nuestro quehacer diario no nos damos cuenta de lo poco que nos cuesta el ayudar a nuestro prójimo, sólo en las desgracias creemos que somos más útiles pero no es así, somos útiles en cada momento de nuestra vida. Sin ir más lejos el otro día entré en una pastelería donde el dueño me recibió con una inmensa sonrisa y evidentes signos de placer por poder compartir todo su género conmigo, me explicó qué contenía cada pastel y me explicó que todo ello era el resultado de su querida madre, quien le había transmitido todo su conocimiento. Su ánimo y energía eran contagiosos ¿qué hubiera sucedido si el recibimiento hubiera sido totalmente distinto? Hay muchos negocios, muchísimos, en los que te atienden como autómatas, no saben sonreír, y por supuesto no te miran a los ojos, admito que a veces no tengo fuerzas para dar el primer paso, parece ser una situación "contagiosa" pero eso no quita que si quiero que algo cambie en mi mundo debo ser la primera que haga algo. No puedo quedarme con los brazos cruzados, ni lamentarme. Es hermoso ver esa luz en cada rostro, pero más hermoso aún es saber que puedes aportar algo a este mundo...