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Comparte tus espacios, tus cosas y tus manos.
Abraza dulcemente al amigo que esté en sincronía 
y sintonía contigo.
Respeta en silencio a quien no sientas empático.
Distingue afinadamente entre orgullo personal 
y dignidad espiritual.
Descansa totalmente como un niño 
y restaura tu inocencia pura,
pero madura tu ingenuidad cuando seas adulto.
Acepta la responsabilidad de ser libre 
y creador de realidades.
Observa cada evento con una mirada sincera 
de total confianza en la vida, 
sabiendo con certeza que ‘eso que ocurre ahora’  
es lo mejor para evolucionar.