Allí donde un milagro ha venido a sanar
no hay tristeza.
Y lo único que se requiere
para que todo esto ocurra
es un instante de tu amor
sin traza alguna de ataque.
En ese instante sanas,
y en ese mismo instante se consuma
toda curación.
¿Qué podría estar separado de ti,
una vez que has aceptado la bendición
que el instante santo brinda?
No tengas miedo de bendecir,
pues Aquel que te bendice ama al mundo
y no deja nada en él
que pueda ser motivo de miedo.
Pero si te niegas a dar tu bendición,
el mundo te parecerá ciertamente temible,
pues le habrás negado su paz y su consuelo,
y lo habrás condenado a la muerte.
"Un curso de Milagros"